domingo, abril 17, 2005

Verónica.

Las decisiones de fondo son inmediatas, pensar estorba, sólo es necesario actuar, aventarse al vacío; las decisiones de forma son absurdamente lentas, tediosas, el detalle más insignificante es más valioso que la propia vida.

Nacer, casarse y morir son decisiones de fondo, todo lo que las recubre es simple forma...

Aquí estoy, nuevamente embelesado en el reflejo de sus ojos, ocho años después, ante este hipnótico delirio de su labio inferior entre los dientes, inmerso en esta ilógica idea de una mutua atracción reprimida, transportado a los caminos coloniales de su cuerpo. “Caminos coloniales, mis recuerdos,/ si me pierdo en tu imagen sin sentido.”

Aquí sigo, con la creciente sensación en el estómago dejada por su ausencia, con la melancolía de los ciclos jamás cerrados y la ferviente fe en el destino. Una boda donde mi presencia no es requerida.

- ¡Hola! ¿Cómo estás? Te presento a mi esposo. ¿Hace cuánto no nos vemos?

Karl la besa y la abraza tratando de retener su aroma, intentando esconder sus sentimientos arraigados, deseando que el tiempo se haga eterno mientras su espalda desnuda al fin se le escurre entre los dedos. En ese momento todo se aclara. ¡Ella es lo más cercano a ella misma!

La verdadera victoria, una extraña y enigmática mezcla de palabras: latín y griego, vero Niké, simplemente tú, el blanco de mis pasiones escondidas.

Sentado frente a ella, haciendo lo posible por disimular sus impulsos, escuchando con una sonrisa fingida una plática nefasta sobre las incomprensibles cosas del matrimonio, Karl saca de su cartera una antigua fotografía de Alexa y la compara con el rostro de Verónica.

¡Por supuesto! Podrían pasar por gemelas. En realidad el parecido es increíble. Tal vez pensaba en ti, cuando estaba con ella, o en ella mientras imaginaba amarte. Ahora Shakespeare me diría que la vida es como un juego de azar, el destino revuelve las cartas pero yo tengo que jugar. Mal momento, no voy. Esperaré la siguiente mano aquí sentado junto a mi patética sensatez. “Y ahora mis delirios son anhelos,/ de este miedo a no tenerte dentro.”

3 comentarios:

Nerea dijo...

Lo fabuloso del humano es su capacidad de ir por la vida creando ángeles, sin que siquiera eso nos sea suficiente para contener la luz irradiada por nuestro ser amado.

Cher dijo...

La pasión. ¿Qué otra cosa puede dar más vida y también quitarla a placer?

Eurídice dijo...

Tengo que reconocer que ver mi nombre impreso en un post no dejará nunca de asombrarme...

Esa chica no sabe lo que hizo al casarse ¿quién puede querer casarse? Ay!! qué hartura de amoríos, de personas que hacen sentir cosas que no se deben sentir en momentos en que no es recomendable sentirlas...

Espera, que me voy por otros derroteros. Continúo con tu 'Verónica':

¡Pobre ilusa! Tan parecida a la otra y la otra tan parecida a ella... ¿en quién pensaba, pues, cuando estaba con cada una de ellas?

Yo, desde fuera, intuyo que en Alexia [no se por qué pero me da que sí]. Si estoy equivocada todo cabe pensar que es 'desde fuera' :)

Desde fuera todo se ve más simple, menos doloroso y más fatigoso de lidiar que si estás dentro, pues las ansias por la lucha de lo que crees que te pertenece se apoderan de tu ser y ¡allá vas! ¡a por todas!

Y... mmmmmm creo que se me va la cabecita un poco...

Encantada de haber encontrado tu blog :)

Me ha gustado mucho*

Saludos con la mano, con el pie y con la punta del codito*