sábado, diciembre 01, 2012

Akazuki


Anhelo de olor y esencia, madrugadas,  
susurros de agonía en las penumbras, 
sentidos llenos, ausencia de luz, eclipse de mar.   

 
Por un instante interminable estás presente,  
ágil te ocultas tras los mares de otros puertos,  
destellos de tu luz en las tinieblas,  
creas el mundo, ya no hay nadie, cielo abierto.
  

 
Sudor mezclado, labios vacilantes, frágil cuello,  
tatuajes ocultos, miradas, piel, deseos,  
vaivén del tiempo, sentidos expuestos, sólo dos.
  

 
Secretos compartidos, absurdos pretextos,  
noche en guerra, amanecer inquieto, manos llenas,  
melancolía de tu cuerpo, vacío de tus besos.
  

 
Sangre en movimiento, labios entreabiertos,  
mejor huir, capricho del viento,  
me encantan tus mejillas que no mienten,  
deseos latentes, oasis del desierto.
  

 
Tristeza de tu andar, sincronía de los cuerpos,  
manos entrelazadas, juego errante,  
no quiero probar tu infierno,  
adicción de dioses, manjar de mendigos. 
  

 
Palabras sin sentido, bálsamo de la ausencia,  
encadenado a tus dedos me atormentas. 
  
Quiero verte ahora, sentirte ahora, dejar de soñarte,  
saberte presente, tenerte futuro, andarte lento,  
amanecer en tus labios, despertar sobre tu cielo.
  

 
Lenguas conociéndose, pieles fundiéndose, locura compartida,  
entrar en ti hasta que tus gritos se conviertan en lamentos,  
deseos eternos,  
hasta que el sol nos despierte, hasta que el mar nos aviente.
  

 
Mejor pensarte que tenerte, mejor desearte que amarte,  
mejor no,  
llenarnos hasta estallar,  
sentirnos hasta que el instinto nos mueva,  
morir entre tus labios, renacer con tu aliento, llenarte lento,  
hasta que me necesites, hasta el punto sin retorno,  
hasta la locura insaciable,  
hasta rompernos tanto que nos confundamos,  
hasta reinventarnos tanto que seamos todos nuestros nombres,  
instante fugaz tal vez. 
  

 
Susurro infinito, recuerdo astral,  
enséñame a leerte y te convierto en poesía,  
hago un arcoiris con tus destellos,  
te quito el frío con mis besos,  
dibujo hechizos bajo tu piel.
  

 
Hazme parte del espejo de tus sueños,  
de tus pasos solitarios,  
de tus vicios cotidianos. 
  

 
Regresa a mi letargo, escóndete en mis miedos,  
desliza tu sonrisa por mi espalda,  
dibújame el silencio sin infiernos,  
ábreme tu mundo habita el mío,  
fíngete sirena y cántame al oído,  
prometo enloquecer serenamente si juras despedirte cuando duela,  
mas regálame una noche eterna, 
para contemplar tus últimos destellos luna inquieta.

 

  







lunes, diciembre 15, 2008

Soledades

I
Ella caminaba sobre las hojas secas, le gustaba pisarlas y escuchar los lamentos bajo sus pies, pensaba que el alma al abandonar el cuerpo emitía un sonido similar, huesos crujiendo agonizando lentamente. Las noches así eran sus preferidas, tanta vida descomponiéndose la llenaba de una perversa alegría.

-¿Porqué no entras ya? Está haciendo frío y tú andas destapada, te vas a enfermar Alejandra.
–Sí mami, allá voy.
Corrió en círculos varias veces para sentir aquellas voces que nadie más podía oír y entró en su casa empujada por el aire que azotó la puerta tras ella.

Abrió los ojos sobresaltada, no podía entender porqué ese sueño la aterraba tanto, a veces al cerrarse la puerta escuchaba que algo estallaba y sentía como si una daga atravesara su espalda y después su corazón, aquella punzada la despertaba, demasiado agitada, con cierto sabor a sangre en la boca que la excitaba, cuando Karl estaba a su lado comenzaba a besarlo y le hacía el amor antes de que la sensación a muerte se esfumara de sus labios, disfrutaba sentir que tenía el mando y más aún cuando él, casi siempre tranquilo, lucía desconcertado.

No podía dormir, sus sentidos estaban exaltados.
–No cierres los ojos, mi amor, me gusta mirarme dentro de ti, sólo espera un poco, volví a soñar con la puerta, debo haber tenido como once años, estaba en el jardín matando hojas, después corría hacia dentro de mi casa y la puerta se quebraba, creo que significa que alguna etapa de mi vida concluirá pronto, quizá nosotros...
Sintió un beso seco en la boca, era la forma en que él le pedía que se callara y lo dejara descansar.
Antes solían hablar toda la noche, trató de recordar cuando habían dejado de hacerlo pero no pudo, poco a poco él había empezado a apartarse, a encerrarse en sus pensamientos y ella había comenzado a enamorarse. Él solía decir que en una relación siempre hay alguien que quiere más que el otro, y que van girando en una especie de rueda de la fortuna, siempre en lugares opuestos.

Cuando estás hasta arriba amas, sientes nervios, preocupación, una opresión en el estómago, inseguridad; abajo todo es tranquilidad, una sensación de que pronto todo terminará.
Le gustaba pensar que algún día sería amada y no tendría que preocuparse por amar. Él decía que la vida podía resumirse como el juego de los opuestos, que si en algún momento los dos llegaran a estar en el mismo punto, los sentimientos alcanzarían un grado tan sublime o tan nefasto que sería imposible vivir.
–Quizá sólo lo sublime sea amar, me gustaría sentirlo alguna vez, cariño.
Le susurró al oído y se aferró sobre su pecho para tratar de encontrar algún mensaje oculto en los latidos casi imperceptibles.

II
Sólo la luz de la ciudad atraviesa el umbral de la ventana. Aquella opresión en el pecho era insoportable, sentía que alguien trataba de arrancar la vida de su corazón, se deslizó suavemente debajo de ella para no despertarla y se sentó en la orilla de la cama buscando la luna llena.

–Me gusta tu silencio, a veces tantas palabras vacías son insoportables, no me sirven, interrumpen mis pensamientos, en ocasiones preferiría estar solo y más cuando empiezo a necesitarte, tu presencia me asfixia. “Me asfixia tu recuerdo porque no estás conmigo,/ y tus sombras ocultas viajan por otras manos,/ y la llama en tu boca no me abrasa los labios,/ y tus dedos tiranos no recorren mis pasos.”

-¿Qué dices? Abrázame dulzura.
Balbuceó ante los sonidos perdidos en la penumbra.
–Nada Alexa, sigue durmiendo, sólo estoy pensando en voz alta.
–Algún día me gustaría saber lo que piensas cielo.

Nuevamente se deslizó debajo de sus sueños y se aferró a ella, como si esa noche fuera la última a su lado.
Lágrimas calientes mojaban sus mejillas, no soportaría perderla, aunque no pudiera amarla. Habría sido mejor decirlo todo, terminar con aquellos sentimientos que roían su alma dejándolo cada vez más solo, aunque con ella.
En realidad creí que podría perdonarte. Pensaba mientras acariciaba su espalda desnuda. “Pero mis labios presos de tu cuerpo, sucumbieron al paso de los tiempos”.
A veces se justificaba con el pretexto de que ella le había devuelto la inspiración y los versos tanto tiempo callados, otras veces, cuando miraba en su rostro reflejado aquella cara tan inexpresiva, con la mirada cada día más vacía, la culpaba a ella.
Ella tenía algo extraño que evocaba inexplicablemente en su memoria escenas llenas de tristeza y dramatismo.

Me recuerdas a la mar, tu mirada es tan melancólica que podría enloquecer a cualquiera, incluso a mí. Aún recuerdo que reíste la primera vez que te lo dije, debiste pensar que era un demente, pero era la única forma en que podía llamar tu atención. Después nuestro primer beso y el inevitable sexo. Un poema logró tocarte y entonces supe que ya me pertenecías; varios versos en el contexto correcto y los labios se abrían por completo.

En ocasiones los versos eran como presagios, se adelantaban a su vida, la iban creando, dándole significado; y los silencios sólo eran lapsos de tiempo suspendido, períodos sin sentimientos, una espesa niebla cerebral desesperante.

Secó la humedad de sus mejillas, tratando de no moverse demasiado para no despertarla, y comenzó a urdir palabras en la obscuridad, transportado por aquel momento.

III
Caminó lo más rápido que pudo, con una absurda sonrisa de satisfacción dibujada en el semblante, mirando fijamente la luna, evitando voltear, por miedo a quedar petrificado. Cada pisada era un verso que lo ligaba más a ella.

Debí pedirle su teléfono, ni siquiera volteó a verme mientras caminaba, tal vez no le gusté. ¿Tendrá novia? ¿Casado? No, ¡Claro que le gusté! Se veía en su mirada, no tenía anillo. ¿Por qué no me beso? Estúpido, tímido. Tal vez sólo quería hablar, desahogarse, escuchar, pero para qué acariciar mi rostro antes del abrazo de despedida, sentí su corazón latir junto al mío, exactamente al mismo ritmo, y esa sensación de seguridad, de estar protegida, quizás él tenga razón al decir que todos nos usamos, que vamos por el mundo tratando de reconocernos dentro de los demás, buscando en las personas algo que sentimos que algún día nos perteneció y que hemos perdido, algo que nos ayude a encontrarnos a nosotros mismos y una vez que lo hallamos o cuando tenemos la certeza de que no lo hallaremos, entonces cambiamos, desechamos a los demás. ¿Me habrá desechado ahora? Yo aún podría encontrar más cosas en él, en su mirada. Mmm, otra vez esta sensación en el estómago, y si no nos encontramos nuevamente. Estoy segura de haberlo visto antes, tal vez, en un sueño. ¿Qué haces aquí parada Casandra? No, no regresará, sería genial que volviera con algún pretexto absurdo, entonces sí lo besaría, es tarde, mejor me voy.

Ella caminó sobre la calle dorada, sonriendo a cada paso, tratando de memorizar todos los gestos de Karl, feliz porque hacía tiempo que no lograba exponerse de esa forma tan natural y asombrada por el exquisito crujir de las hojas, que acababa de descubrir aquella noche, bajo sus pies.

IV
Gotas de lluvia bajaban por su cuerpo, él caminó demasiado, dando vueltas surcando el aguacero, con cada paso sus ojos se aclaraban más, ya no la amaba, no lograría hacerlo jamás.
Era tarde, Alexa esperaba sentada en el comedor con la mirada fija en las llamas que consumían las velas.

Esperó un momento tras la puerta tratando de ocultar sus sentimientos, pensando en la mejor manera de resolver su vida, impregnando en un pañuelo la humedad del cielo y la de sus ojos. Entró empujado por el viento que heló su corazón.

- Hola cariño, no prendas la luz, espera un poco mientras enciendo las velas. Pero mírate, estás empapado, será mejor que te cambies, si no te vas a enfermar Karl. ¿Qué tal estuvo tu día?
- Disculpa por la espera, se me alargó la noche.
- No importa cielo, ven a cenar. ¡Feliz aniversario! Hoy cumplimos tres años desde nuestro primer beso. Las toallas están en el baño. ¿Quieres que te traiga una?
- No, está bien, yo voy.

Se detuvo en el baño frente al espejo observando en su rostro ese falso entusiasmo causado por el paso del frío al calor, llorando en silencio porque había alcanzado un punto sin retorno...
Se acabó tu cuerpo, tu sonrisa, tus besos, tus labios, tu lengua, tus ojos, tu inocencia, tu pasión, tu olor, tu alma, tu saliva, tus gemidos, tu sexo, tu entrega, tu sinceridad, tu apoyo, tus silencios, tus palabras, tu espalda, tus manos, tus caricias, tu cintura, tu trivialidad, tu frialdad, tu emoción, tu mal humor, mis latidos acelerados al verte, mis lágrimas, tus lágrimas, mi rostro, mis máscaras, mi alma, mi corazón, mi sonrisa, mis carcajadas, mi alegría, mi placer, mi eternidad, mi locura, nuestra vida juntos. “Basta mirar en los ojos la inmensidad de los mares,/ solitarios, dolorosos, desgarrantes de la carne.”

Hay momentos en que la verdad es absurda, fatal; mentir es la mejor manera de consolidar una relación inestable. –Tuvimos sexo, pero no significó nada para mí, ahora tampoco sé si quiero un compromiso contigo. Podría haberte amado eternamente Alexa. No entendiste que eras todo, que eras mi vida, que en ese instante sin ti no había nada. Estaba enamorado, patético, y era amor de ese que duele, de ese que está en el fondo, de ese que es violento y que arrastra, que se lleva todo sin preguntar; y tu amor sólo eran destellos, un “te amo” escondido en mil caricias, un “te estoy amando ahora” oculto bajo la piel. Sin embargo continuamos, pasó casi un año, yo sentía que después de eso no podría darte todo, me sentía sucio, mentiroso, estaba dolido, estaba herido. Hoy ya nada importa, todo se resbala. Sólo dejé que pasara el tiempo necesario para asir tu alma, para robar tus sentimientos, lo suficiente para poder verterte en el papel antes de desecharte, antes de destruirte, antes de...

- Estás bien mi amor, ni siquiera me diste un abrazo al entrar. A veces necesito tus besos, tus caricias, que me digas que me amas. Basta, hoy no voy a llorar...
Siguió secándose, ignorándola, tratando de recuperar la dinámica de su vida, esas eternas quejas que lo fastidiaban, su papel de ser fuerte y escucharla, su máscara sonriente, su propio engaño.
- No deberías estar triste, ven, te abrazo. Hoy es un día especial, un buen momento. “Odio, mentiras, sollozos atrapados en el alma.” No llores más Alexa, estoy cansado de tus reproches.

Conocí a alguien, creo que estoy comenzando a enamorarme, lo lamento mucho...
La estrechó fuertemente entre sus brazos oponiéndose a su resistencia. Ella lo empujaba pegándole en el pecho con la fuerza exacta para no soltarse, mientras sus cuerpos se humedecían por lágrimas de rabia, dolor, amor.

- ¿Desde cuándo? ¿Por qué no me habías dicho nada? ¿Te acuestas con ella verdad? ¿Cómo se llama? ¿Por eso tardaste tanto en llegar, querías quitarte el olor de su sexo? Vete al diablo, infeliz. ¡Suéltame! No te atrevas a tocarme. ¡Contéstame! ¡Dime algo!
- Tranquilízate por favor. La conocí hace unos meses, en una exposición de fotografía. La he visto poco. Hemos hablado algunas veces. “Y entre el caos de la agonía, aparecen otros brazos.” Lo que sucede es que me di cuenta de que no podría volver a amarte. Aquella vez que te acostaste con él, todo terminó para nosotros. No puedo confiar en ti. Lo siento, mataste el deseo, perdí la pasión, lo lamento, en verdad perdóname. Sólo cuídate...

Sacó las llaves de su bolsillo y las puso junto a las velas consumidas, caminó hacia la salida, mirando a Alexa fijamente, esperando ser retenido, sin conseguirlo, mientras ella lloraba acurrucada en el sillón, sintiendo en cada paso una puñalada por la espalda. Cruzó el umbral de la puerta y dejó tras él todos los rencores de aquella parte de su vida.

Con la lluvia nuevamente sobre su rostro, sintió una libertad que había olvidado, y al compás del viento comenzó a escuchar los susurros de su alma, los alaridos de su eterna soledad.

V
A lo lejos todo es diferente, la torre eiffel parece un llavero y podría beberme el sena de un solo trago, ahora camino más segura por esta vieja ciudad y casi no me importa hablar con mi acento extranjero; sólo me traje tus palabras grabadas en la memoria y poco a poco se desvanecen, tu foto sigue en mi cartera y durante los primeros días tuve que inventarme mil pretextos para que no me vieras llorar por las noches. A pesar de todo me gusta estar aquí, en este exilio voluntario de mi vida cotidiana, a la espera de lo que pueda suceder, sin un plan fijo determinado, viviendo al día. He comprado un montón de libros y encontré unas clases de yoga baratas cerca de aquí. He conocido a mucha gente, pero prefiero no hablarte de ello.

- ¿Estás despierta bonita, qué haces, sigues escribiendo, se te ocurrió otra de tus ideas nocturnas fugaces? Ven a la cama que es noche, abrázame quieres.
- Espera amor, tengo que acabar con esto de una vez, ahorita voy cariño.
No sé si vuelva a escribirte nuevamente, como te dije las cosas son distintas acá. Te quiero y pienso en ti. Alexa.
Tomó la carta y la puso debajo de sus notas, tratando de cubrir con palabras del presente aquel vago recuerdo, sintiendo que ponía el punto final a una carga de muchos años.

- La lluvia es tan melancólica, ese sonido cadencioso lleno de vaivenes me atrapa, es como tú y el constante devenir de tus pensamientos Karl, eso me gusta de ti, no saber si te tengo, si estás cerca o lejos, sólo contar con la absoluta certeza de que no nos pertenecemos, de que en cualquier momento podríamos dejarnos sin mirar atrás...

- ¿No tienes frío ahí parada? Ven te abrazo.
Caminó despacio mirándolo a los ojos, con esa sonrisa irónica que lo enloquecía, casi modelando su esbelta silueta frente a él, seduciéndolo con cada movimiento, desafiándolo con cada paso para que le hiciera el amor nuevamente. Se puso de hinojos sobre él y dibujó una caricia bajando por su cuerpo.

- ¿Cuándo leerás esa carta? ¿Aún piensas en ella? ¿A veces imaginas que le haces el amor mientras oyes mis gemidos?
- Me gustas Casandra, sólo trata de no quemarte cuando lamas la humedad del infierno.
La tomó de la cintura y la puso bruscamente debajo de él, le mordió los labios y besó su cuello lentamente hasta llegar a los senos, provocándola, cuando sintió que ella deseaba más, se levantó, se vistió y avanzó hacia la puerta.

- Voy por algo de tomar. ¿Vienes o te traigo algo?
Rió sarcásticamente y salió del departamento disfrutando su victoria momentánea lidiada sobre la cama.

¡Cómo duele dejarte Alexa!
La lluvia espesa hacía difusas las imágenes, la gente corría sin rostro y los árboles gemían por la ausencia de recuerdos.


VI
Las decisiones de fondo son inmediatas, pensar estorba, sólo es necesario actuar, aventarse al vacío; las decisiones de forma son absurdamente lentas, tediosas, el detalle más insignificante es tan valioso como la propia vida.
Nacer, casarse y morir son decisiones de fondo, todo lo que las recubre es simple forma...
Aquí estoy, nuevamente embelesado en el reflejo de sus ojos, tres años después, ante este hipnótico delirio de su labio inferior entre los dientes, inmerso en esta ilógica idea de una mutua atracción reprimida, transportado a los caminos coloniales de su cuerpo. “Caminos coloniales, mis recuerdos,/ si me pierdo en tu imagen sin sentido.”

Aquí sigo, con la creciente sensación en el estómago dejada por su ausencia, con la melancolía de los ciclos jamás cerrados y la ferviente fe en el destino. Una fiesta donde mi presencia no es requerida.

- ¡Hola! ¿Cómo estás? Te presento a mi esposo. ¿Hace cuánto no nos vemos?
Karl la besa y la abraza tratando de retener su aroma, intentando disimular sus sentimientos arraigados, deseando que el tiempo se haga eterno mientras su piel desnuda al fin se le escurre nuevamente entre los dedos. En ese momento las cosas son más nítidas...
Tal vez pensaba en ti, cuando estaba con ella, o en ella mientras imaginaba amarte. Ahora Shakespeare me diría que la vida es como un juego de azar, el destino revuelve las cartas pero yo tengo que jugar. Mal momento, no voy. Esperaré la siguiente mano aquí sentado junto a mi sensatez. “Y ahora mis delirios son anhelos,/ de este miedo a dejarte en el olvido.”
- Cuéntame. ¿Qué has hecho? ¿Es tu novia? ¿Están casados?
- No, hace tiempo terminamos, Casandra fue mi relación más estable, casi tres años. La mujer que me acompaña ahora sólo me usa para presumirme en sus reuniones: El poeta, científico y filósofo. Y yo la uso para asistir a los eventos públicos. Eso de las bodas me parece admirable. Se necesita valor o insensatez. Aún no entiendo como hacer para ceder tanto, sabiendo que en cualquier momento todo puede terminar y entonces es necesario recoger todos los trozos de vida que han quedado pisoteados por el camino. ¿Cuánto llevan ustedes?
- Dos años y medio; creo que hay que saber jugar, a veces ceder un poco y otras veces ignorar lo que pueda doler, hacer las cosas por amor.
- ¿Amor? Si claro.

El amor es violento no puede ser de otra forma, tiene que hacer cambiar las cosas, pasa sobre las ideologías, mueve los sentimientos, provoca un caos que es necesario arreglar junto con la persona elegida. El amor embriaga, enardece los sentidos, agudiza la percepción, inventa palabras, crea nuevas lenguas, da vida a una concepción del mundo distinta que sólo puede ser compartida por dos. Los prejuicios sociales simplemente son formas de emascular al amor, porque éste no es solo la ternura que aquellos profesan, también abarca la pasión, la crueldad y la muerte, porque al amar morimos y volvemos a nacer, porque al amar matamos y damos vida, he ahí la resurrección de la carne y la eternidad. El amor encierra el juego con la muerte, son uno, nacen y desaparecen juntos. El amor destruye con tal de llegar al fondo de cada individuo, busca sacar la esencia a flote para darla a conocer, pero a veces ésta no soporta el trayecto y desciende agotada y se arraiga más al fondo, es por ello que la violencia es necesaria. El amor nos hace ser lo que jamás pensamos ser y que sin embargo somos. El amor es poema y anatema, lo deseamos pero a la vez le tememos porque es tal su efecto enloquecedor que provoca que estallemos, nos abre y nos avienta hacia todos lados, nos transfigura y nos emite alrededor...

- ¿Estás bien? Te quedaste como ido.
-Sí, bien, simplemente me perdí en tus ojos y dentro de tus labios...

Ambos se miraron apenados, sabiéndose cómplices de algo que no podía pasar, mirando a su alrededor para asegurarse de que esas palabras no le pertenecían a nadie más. Intercambiaron algunas caricias furtivas y continuaron con sus respectivas actuaciones. Los novios se acercaron y ya no hubo tiempo para que el redescubrimiento siguiera tomando forma.

Música elevada, palabras vacías, sonrisas falsas. Apesta a fiesta. Será mejor desaparecer. Imposible que aún muevas tantas cosas.


VII
Algunas veces son necesarias las ausencias prolongadas, ausencias de uno mismo, de los pensamientos que nos identifican, ausencias de los recuerdos y los olvidos, ausencias de los rostros y los cuerpos; después es posible reconocernos nuevamente, saber cual es esa parte de nosotros que nunca nos abandonará. Yo siempre estaré solo, únicamente existo en este instante, todo lo relacionado con el equilibrio y la estabilidad del contacto humano me aletarga, vacía mis sentidos. Mi vida personal es un caos, amigos aislados y relaciones fugaces que desaparecen con la misma intensidad y rapidez con la cual se crearon. Nunca he logrado coincidir, siempre busco algo más cuando no es el momento o doy demasiado cuando no lo esperan. Puedo ser un mendigo frente a una mirada inquieta o convertirme en un verdugo ante los sentimientos ajenos. Me gusta el sexo, descubrir en cada orgasmo la violencia y la ternura encerrada en las mujeres, perderme en sus viajes y sus colores, en sus jadeos y sus gritos, en sus olores y sabores. ¿Tú crees que tener sexo por tener sexo sea más honesto que hacerlo dentro de una relación estable? ¿Qué el estar aquí en mi cama porque se nos antojó sea menos turbio a que estuvieras con tu esposo sólo porque firmaron un papel y se supone que eso deben hacer? Me gusta la libertad, se que es algo egoísta pero prefiero estar bien conmigo a tratar de que tu estés bien y nunca hacerte completamente feliz. Prefiero estas sensaciones instantáneas a una compleja maraña de sentimientos movidos por la angustia. Cuando sienta celos por ti, sabré que es tiempo de abandonarte, aunque me fascine tu espalda y tus ojos aún me hipnoticen. A veces uno sólo se arroja al vacío sin añorar demasiado, sin saber que tan alto es el precipicio ni que tan dura será la caída. Esta vez nos tocó viajar juntos, hace algunos años no te hubiera dejado ir, musa de mis silencios, Circe de mis deseos. Ahora susurro a tu oído estas palabras y espero que despiertes para desasirme de tu cintura y escuchar los murmullos de tu cuerpo mientras me abandonas nuevamente, sé que nos volveremos a encontrar...

viernes, noviembre 07, 2008

Noche absurda

Sólo escucha el vaivén de los recuerdos,
las palabras naufragan sin tu cuerpo,
sol y sombra, caricias de los muertos,
lamento de las olas, mar sin tiempo.


Humedad en el fuego, ausencia plena,
sonrisa amurallada, luna inquieta,
lágrimas caen sin rumbo, miedo eterno,
despertar de un infierno, tibio aliento.


Para qué las respuestas sin poesía,
sonidos sueltos, anhelos desgarrados,
incertidumbre detrás de las tormentas,
caótico reír abandonado.


Ya no hay paz interior, arena amarga,
ternura encadenada, niebla herida,
alas negras, exilio, hiel, deseo,
tempestad que perdura, tu agonía.

martes, abril 29, 2008

Ecos

Palabras sólo ecos, espirales,
caminos descendentes, enlazados...
No sé de tus murallas, mis naufragios
van cediendo ante el fuego de tus labios.

La piel sólo pretexto, exilio amargo,
sin principio ni fin, luna atrapada.
Nombrar estorba: niebla, estrellas, calma;
un morirse por dentro: agua salada.

Lluvia eterna: silencios hechizados,
caer sin miedo, amar, reír cansados;
reloj de arena tu cuerpo, solitario
mi andar sin rumbo en la sed de tu pasado.

(Sólo palabras...)

martes, febrero 12, 2008

Colores

Que la luna no es azul, ya lo sabían los melancólicos románticos y los poetas malditos; no por ello dejaron de soñar. Los sueños siempre fueron de cristal cortado, tan volátiles como los suspiros en el fondo del mar.

Mientras los seres vivos no se sofisticaron, las decisiones fueron sencillas, simplemente acercarse a la comida y alejarse del peligro, sin palabras para mentir ni silencios para navegar; existía el presente con el eterno movimiento de la búsqueda.

Tal vez del cansancio surgieron los recuerdos y los nombres; con ello la ausencia y el anhelo de paraísos artificiales; la necesidad de refugio en la solitaria luna o el destierro en los desiertos infinitos.

Volvamos al conflictivo lenguaje. ¿Qué duele más? Palabras al rojo vivo o silencios de hielo azul. Por supuesto ambos dejarán quemaduras incluso cicatrices, pero las palabras existieron, seguirán ahí; en cambio los silencios sólo se evaporarán.

Entre el frío y el calor, la inquebrantable soledad gris (o magenta para el experto en colores).

Si los conflictos internos continúan causando controversias, mejor decidirse entre el azul del cielo con sus vuelos infinitos, o entre el rojo del infierno con sus innumerables bondades.

lunes, febrero 04, 2008

Dices...

Mis silencios,
saudades sin traducción,
delirios por naufragar.

Del mar,
lunas desérticas,
seducen tu tempestad.

Tus muertos,
cenizas húmedas,
aún arden
al final de cada batalla.

Mil y un fantasmas
moldearán
la soledad en tu rostro.

¿Cuándo volverás?
Ahógate en mis deseos
si es que olvidas respirar.

Abriré
mis flores blancas
para sepultar tu piel.

Sólo presente,
mañana,
un navío más
hollado por Caronte.

viernes, diciembre 21, 2007

Rituales de guerra

Algo cambia en la guerra...
Respiración: fuego,
mirada: hielo,
gestos: tierra,
movimiento interno...

Lucha constante,
nada es eterno.
¿Acaso esencia?
¿Demonios ocultos?
Ardid del viento.

Deidades fugaces
sobre
mendigos permanentes.
Tal vez sueño.

¿Cómo despertar?
Olvido o recuerdo,
no volver, no estar...
Hechizo del tiempo.

miércoles, mayo 09, 2007

Madrugada

Un cuerpo más,
espalda aferrada,
estrellas,
constelaciones en tu piel.

Dentro, fuera,
satín rojo en las mentiras de tu sexo,
palabras limitadas,
acciones sin momentos,
estabilidad.

Quién huye ahora,
quién sin sentido,
para que volar
si la niebla mental abre
las puertas del infierno.

Subir, bajar,
reír, llorar;
dónde el loto, olvido del retorno,
en los gemidos, en los lamentos,
en el rechazo, entre tus labios.

Mejor nada,
no la culpa de las heridas,
no la esperanza de los miedos.

Prefiero los silencios,
yerba amarga,
ojos desbordados,
muerte del mar.

Para qué seguir,
dónde despertar,
final,
húmedo de nostalgia...

viernes, marzo 30, 2007

Apología

Se dice que un loco es aquel que actúa instintivamente, sin pensar. Uno de los primeros prejuicios que aprendemos es que el hombre se encuentra en la cima del reino animal debido a su fabulosa capacidad de razonar, como si la conducta animal, que implica los instintos y la insensatez, rebajara nuestra calidad de seres humanos. Parece que hemos olvidado el largo proceso de la naturaleza que nos hizo cambiar hacia lo que somos.

La razón se ha impuesto a la locura, asfixiándola, reprimiéndola, argumentando una mejor existencia, pero no ha logrado suprimirla; de esta manera se ha establecido una lucha constante entre la parte animal y la cara racional del hombre, ésta es loable y aquella digna del destierro; sin embargo todo tiende al equilibrio y las sensaciones no pueden estar sumergidas por mucho tiempo, para emerger necesitan despojarse de sus cadenas, pero en un mundo dominado por la razón y las costumbres correctas hace falta un buen pretexto para justificar un comportamiento salvaje.

Tal vez ésta sea una explicación por la cual el género humano tiende a buscar algo que lo ponga en contacto con su interior, algún ardid que conserve el vínculo con la parte eterna de la naturaleza olvidada, un espacio y un tiempo apartados de la realidad donde no es menester sofocar a los instintos, donde el alma puede mostrarse en todo su esplendor.

Estas palabras buscan rescatar los vínculos que existen entre la personalidad racional y el comportamiento animal, carente de sentido, para mostrar que la espiritualidad del hombre en cualquier tiempo y espacio puede entenderse como un desesperado intento por hallar un punto donde los instintos y la razón puedan actuar en la misma realidad, un lugar donde la humanidad pueda trascender.

El grado de desarrollo de un pueblo puede medirse por medio de su cultura; los conceptos que se tienen sobre la vida, el sexo y la muerte son un indicador del camino que se seguirá para construir la historia.

La imaginación busca explicar una realidad que tiene un ritmo propio, al dejar de divagar se convierte en una forma de expresión, crea símbolos que al ir más allá de las limitaciones impuestas por los sentidos permiten que el ser humano alcance un equilibrio momentáneo con el mundo que lo rodea.

Se podría pensar que los dioses comenzaron su carrera como poderes de la naturaleza, pero que después de un tiempo se les otorgaron otras funciones y atributos por parte de sus seguidores, los cuales deseaban algo más de ellos que sólo el dominio de los elementos, de esta forma les atribuyeron potencias relacionadas con la mente y los sentimientos humanos. Después los dioses se convirtieron en los dueños del mundo e hicieron lo que se les antojó; formaron una sociedad que sería equivalente a la sociedad humana si los hombres fueran capaces de dejarse guiar por sus deseos sin ningún riesgo ni fracaso. Ahora somos dioses, podemos conseguir cualquier cosa con poder o dinero, hemos olvidado que el hombre no es el centro del mundo sino una parte de él.

Las máscaras forman parte del instinto salvaje, por medio de ellas es posible transmitir la experiencia de la vida en todo su esplendor, una experiencia ambigua que da la impresión de cercanía y lejanía, una especie de existencia apartada de todo lo vivo, ajena al temor.

La violencia está implícita en la cultura, distintas mitologías consideraban a los cazadores como seres divinos, incluso el cazador más grande se caracterizaba por atrapar viva a su presa, en el feroz culto dionisiaco los animales eran desgarrados vivos y su carne era comida cruda, en estas ocasiones se recordaba la vida agresiva y asesina, se regresaba al punto en el cual el hombre se confundía con la naturaleza. Cuando el hombre no tenía más armas que sus manos y sus dientes para sobrevivir era indispensable que se dejara guiar por sus instintos, cada vez que salía victorioso de una cacería experimentaba la trascendencia proporcionada por la liberación, como si la sangre de la víctima fuera un elixir otorgado por un poder superior para hacerlo participar de su experiencia eterna, como si la mística embriagara al alma con su valioso licor.

En algún momento las ideas se impusieron al placer, tal vez por el gran peso que Platón tuvo dentro del pensamiento occidental, lo paradójico se encuentra en que tal vez el gran filósofo se inspiró en Creta para hablar de la Atlántida, pero lo que más interesaba a la cultura minoica en el aspecto cultural era su unión con la naturaleza y su forma trascendental de ver al mundo.

Aún en la actualidad cualquier exceso sigue siendo un buen catalizador de los instintos humanos, quizás ahora necesitamos de celebraciones más violentas para desahogarnos, debido al estilo de vida que llevamos, sin embargo aún conservamos el comportamiento impulsivo como una forma de expresar nuestra personalidad, como un medio en el cual pueden verse reflejadas nuestras costumbres y nuestra forma de enfrentar la vida, donde la razón cede su espacio para permitirnos alcanzar una armonía momentánea con la naturaleza.