viernes, julio 22, 2005

Lejos.

A lo lejos todo es diferente, la torre Eiffel parece un llavero y podría beberme el sena de un solo trago, ahora camino más segura por esta vieja ciudad y casi no me importa hablar con mi acento extranjero; sólo me traje tus palabras grabadas en la memoria y poco a poco se desvanecen, tu foto sigue en mi cartera y durante los primeros días tuve que inventarme mil pretextos para que no me vieras llorar por las noches. A pesar de todo me gusta estar aquí, en este exilio voluntario de mi vida cotidiana, a la espera de lo que pueda suceder, sin un plan fijo determinado, viviendo al día. He comprado un montón de libros y encontré unas clases de yoga baratas cerca de aquí. He conocido a mucha gente, pero prefiero no hablarte de ello.
- ¿Estás despierta bonita, qué haces, sigues escribiendo, se te ocurrió otra de tus ideas nocturnas fugaces? Ven a la cama que es noche, abrázame quieres.
- Espera amor, tengo que acabar con esto de una vez, ahorita voy cariño.
No sé si vuelva a escribirte nuevamente, como te dije las cosas son distintas acá. Te quiero y pienso en ti. Alexa.

Tomó la carta y la puso debajo de sus notas, tratando de cubrir con palabras del presente aquel vago recuerdo, sintiendo que ponía el punto final a una carga de muchos años.

- La lluvia es tan melancólica, ese sonido cadencioso lleno de vaivenes me atrapa, es como tú y el constante devenir de tus pensamientos Karl, eso me gusta de ti, no saber si te tengo, si estás cerca o lejos, sólo contar con la absoluta certeza de que no nos pertenecemos, de que en cualquier momento podríamos dejarnos sin mirar atrás...
- ¿No tienes frío ahí parada Casandra? Ven te abrazo.

Caminó despacio mirándolo a los ojos, con esa sonrisa irónica que lo enloquecía, casi modelando su esbelta silueta frente a él, seduciéndolo con cada movimiento, desafiándolo con cada paso para que le hiciera el amor nuevamente. Se puso de hinojos sobre él y dibujó una caricia bajando por su cuerpo.
- ¿Cuándo leerás esa carta? ¿Aún piensas en ella? ¿A veces imaginas que le haces el amor mientras oyes mis gemidos?
- Me gustas niña, sólo trata de no quemarte cuando lamas la humedad del infierno.

La tomó de la cintura y la puso bruscamente debajo de él, le mordió los labios y besó su cuello lentamente hasta llegar a sus senos, provocándola, cuando sintió que ella deseaba más, se levantó, se vistió y avanzó hacia la puerta.
- Voy por algo de tomar. ¿Vienes o te traigo algo?

Rió sarcásticamente y salió del departamento disfrutando su victoria momentánea lidiada sobre la cama.

¡Cómo duele dejarte Alexa! “Nos vamos diluyendo como el tiempo/ en ríos de sal manados del olvido/ y aumentan mis delirios con el viento/ de extrañas tierras que marcan tu destino./ Evita derramarte por mis ojos/ dulce medusa de ángeles cautivos,/ reflejo del pasado de mi mente,/ caprichosa deidad de mis suspiros./ Te busco en laberínticos delirios/ de soledad labrada en tus abismos,/ mujer de arcilla que mueres callada,/ melancólica luna de mis versos./ Mil y una estrellas coseché en tus labios,/ antes que el sol borrara tus caminos./ Hoy termina tu recuerdo en el llanto/ de mi desierto mojado en tus deseos.”

La lluvia espesa hacía difusas las imágenes, la gente corría sin rostro y los árboles lloraban la ausencia de su recuerdo.

lunes, julio 11, 2005

Suicidio.

La lluvia me ahoga el alma porque no puedo envolverme,
con tus sueños que se han ido a calmar otros sentidos,
y me cubres con el hielo de tus lágrimas que han vuelto.


Y cuando la muerte llega, reclamando tu recuerdo,
mis manos están vacías, añorando tus secretos,
rasguñando mi memoria, para encadenar tu cuerpo.


He pintado con mi sangre el martirio de tu aliento,
y grabé sobre mi carne las caricias de tus dedos,
también firmé mis heridas con la sal de cada beso.


Después mi mente se escapa con la tinta de este cuerpo,
que sólo quiere tocarte, y otra vez te escribiría,
ya que cuando escribo muero y cuando muero, estás aquí.

lunes, julio 04, 2005