Basta mirar en los ojos la inmensidad de los mares,
solitarios, dolorosos, desgarrantes de la carne.
Odio, mentiras, sollozos atrapados en el alma
y besos que no se olvidan cicatrizan las palabras.
Bajo máscaras y risas la existencia sigue, avanza
ocultando las caricias de una lengua ya callada.
Y entre el caos de la agonía, aparecen otros brazos
un recuerdo sin pasado va colmando los espacios.
Ya las manos se deslizan más allá de los espasmos,
ya los labios van sin prisa, desbordándose, gritando.
Así los cuerpos se vuelven dependientes del contacto
y las lenguas más adictas a los momentos salados.
Al final quedamos solos, sin saciarnos, agotados,
satisfechos ante un vago sentimiento de encontrarnos.
1 comentario:
Versas en cadencioso ritomo
una danza de humedades y deseos
piel en regodeo y lengua en caricia
Bello lo que compartes...
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